jueves, 14 de julio de 2011

El silencioso monopolio de los transgénicos. ¿Están informados nuestros agricultores?



(columna publicada en el Diario El Observador de Aconcagua en junio de 2011)

Vivimos en una zona mayoritariamente agrícola y la producción de alimentos genéticamente modificados (GM) debería ser un tema relevante para nosotros, sin embargo aún no se habla abiertamente del tema en nuestra zona , no así en Santiago o en redes sociales. ¿Será que nuestros agricultores no están informados del tema? ¿Será que los medios de comunicación locales no le han dado importancia? En definitiva, ¿Sabe usted lo que son los transgénicos?
Estos alimentos se promueven como la solución a la crisis alimentaria mundial. También se promueven porque supuestamente incrementan el potencial de producción, disminuyen el uso de pesticidas, son más baratos y seguros de consumir. Pero hay quienes manifiestan lo contrario, como el Dr Doug Gurian-Sherman: “Seamos claros. Hasta este año 2008, no ha habido cosechas GM comercializadas en el mercado que hayan sido modificadas para resistir sequías, reducir la contaminación por fertilizantes o para ahorrar suelo. Ninguna.”. Pero lo más importante de todo esto es que estos alimentos, que son genéticamente manipulados, inclusive se les incorporan virus y bacterias, y los efectos sobre el ser humano a largo plazo son desconocidos.
Sumemosle a ello que la empresa de transgénicos está en manos de una multinacional monstruosamente poderosa, la conocida Monsanto, dueña del 90% del mercado de las semillas GM, conocida por su aplastante poder económico y también por sus engaños.
¿Que pasa con los pequeños agricultores? Pues se entusiasman con la compra de estas semillas, que ofrecen ser más baratas y más resistentes, pero por otro lado al adquirirlas viene endosada la compra de fertilizantes y pesticidas de la misma marca, y está comprobado que los cultivos transgénicos contaminan a los cultivos orgánicos a sus alrededores, haciendo perder dichas cosechas, es más, los terrenos sembrados con semillas transgénicas nunca más pueden ser utilizados para cultivos orgánicos.
Como si esto fuera poco, las semillas trangénicas producen frutos que no dan semillas, ¿Cual es la intención? pues que el agricultor tenga que comprar una y otra vez, de por vida, las semillas a la empresa. Conocida fue la ola de suicidios en la India, entre agricultores de algodón, quienes compraron el sueño de la superproducción y descubrieron la cruda realidad, y luego de endeudarse para comprar semillas por segunda vez, muchos se quitaron la vida. Así es, bienvenidos al monopolio de las semillas, de los alimentos, de la vida misma, al cual estamos entrando en nuestro país gracias a la firma del convenio UPOV-91, que permite que grandes transnacionales, como la mentada Monsanto (representada en Chile por el padre de Ena Von Baer), tenga ahora patentadas semillas autóctonas como la Murta y el Canelo.
Es mi intención dejar la inquietud sobre este tema. Existen jóvenes de nuestras comunas, de Catemu, Limache, Quillota, que pertenecen a colectivos ciudadanos como Chile Sin Transgénicos, La Revolución de la Cuchara o Tierra Nueva, quienes difunden esta información y están recopilando firmas para que proyectos de ley como el de Bioseguridad ( que busca permitir la producción de transgénicos para venta local) no se promulgen, o por lo menos, que la comunidad se entere de qué es lo que nuestros parlamentarios discuten a puerta cerrada en el Congreso, mal que mal, se trata de lo que damos de comer a nuestros hijos, y se trata de nuestros agricultores, que podrían quedar atrapados sin salida en las garras de las grandes transnacionales.

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